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martes, 3 de abril de 2012

Wrestlemania XXVIII: mi verdad

Una imagen que ya es HISTORIA del wrestling. Así con mayúsculas. 

Bueno, pues un año más y una noche de sueño perdida más por seguir el evento más grande de la temporada. Y como cada año no sé muy bien qué pensar. Casi siempre salgo con la sensación agridulce que me suele dejar la WWE: cosas buenas, cosas sensacionales, cosas malas, cosas espantosas. Lo cierto es que desde Wrestlemania XX acabo por tener la misma incómoda sensación, que por grande que haya sido lo grande, podían haber hecho más. Supongo que será que de natural soy un gruñón, y que me cuesta quedarme con lo bueno y pasar por alto lo demás. 

Y eso es lo que ha sido, una vez más, Wrestlemania XXVIII. Como casi todas las diez últimas, combina momentos que te recuerdan por qué demonios estás despierto a las tres de la mañana delante de un ordenador para ver a tíos en pijama simulando darse hasta en el cielo de la boca, con situaciones de vergüenza ajena que te hacen querer mandar a tomar por culo a McMahon y a la madre que lo parió. No creo estar hablando en chino precisamente. 

Vayamos por partes. Primero el Sheamus-Daniel Bryan por el título mundial pesado, supuesto segundo título en importancia de la empresa. Y digo supuesto porque después de basuras como esta, resulta complicado que uno se crea que los campeones son tipos a tener en cuenta. Qué bonito, meses construyendo el personaje de Bryan, y construyéndolo bien además, echados por la borda en menos de un minuto. Eso es la WWE actual señores: capaz de destruir de un plumazo cortoplacista lo poco bueno que levanta con tanto esfuerzo. De pegarse un tiro en el pie, vamos. Un tipo que lo ha dado todo, que nos ha callado la boca a todos los que no veíamos en él más que a un buen luchador técnico, al que encima le han respondido los ratings. Y le pagas así, haciendo que pierda en diez segundos con otro al que, insisto, aprecio, pero que a día de hoy no está over para ser campeón. No creo ni que esté tan over como Bryan siquiera. 

lunes, 13 de febrero de 2012

Y a todo esto...

No sería la primera vez que resurgiera de sus cenizas...

Desde que escribí la entrada sobre la retirada del Taker no hago más que pensar en una posibilidad que no había tenido en cuenta: ¿y si no fuera a retirarse este año? 

Yo he dado por hecho que esta sería su última Wrestlemania por dos razones. Primera, porque lleva casi doce meses tratando de recuperarse de un solo combate. Segunda, que de ganar otra vez en el evento más grande del mundo del wrestling (que lo hará) dejará su marcador en 20-0, un número redondo, ideal para dar carpetazo a su ilustre y brillantísima carrera.

Pero, ¿y si aún le queda gasolina?, ¿y si le preservan sólo para unos pocos momentos seleccionados cada año, uno de ellos Wrestlemania claro está? Cuesta creerlo. Cuesta creer que su cuerpo vaya a dar para tanto y que el mismo Deadman acepte ser una caricatura de sí mismo. Cuesta creer que se arriesguen a que padezca una lesión grave. Porque además, si le mantienen no va a ser para un solo año más, sino como poco para que llegue a Wrestlemania XXX. Y quedan más de dos años para eso. Demasiado arriesgado creo yo.

Claro que todo es posible en la WWE. Espero que esta vez no, porque no quiero ver a otro de mis ídolos arrastrando su leyenda machacada por la edad y los dolores.

martes, 7 de febrero de 2012

La racha


Hágase la luz, pase otra víctima.

Quizá haya otros aficionados veteranos que puedan corregirme, pero no recuerdo que nadie hablase demasiado de la racha imbatido del Deadman en el evento más grande del año hasta el 10-0 contra Ric Flair en Wrestlemania X-8. Hasta ese momento no se le prestaba demasiada atención. La presencia del Taker siempre ha sido un atractivo en el cartel de WM, claro. Pero hasta aquel año, la posibilidad de emborronar el inmaculado curriculum de The Phenom en la Superbowl del wrestling no suponía valor añadido alguno. Es natural. Al fin y al cabo, hay muchos luchadores que no han perdido en Wrestlemania y nadie parece reparar en ello. Rob Van Dam y Earthquake nunca fueron derrotados en el evento de eventos, por ejemplo. Edge llegó a estar 5-0, pero no fue hasta 2006 que este hecho empezó a usarse en storylines (curiosamente, después perdió durante cuatro años consecutivos). No es algo que se haya planificado, simplemente sucedió. Hasta que todos nos dimos cuenta de lo que significaba llevar un 10-0, y la cosa empezó a adquirir vida propia.

Como tantas otras cosas en la carrera del Taker, no puedo evitar sospechar que la racha ha sido cuestión de suerte. De hecho, podría haber acabado antes de empezar. Las leyendas cuentan que el bookeo original de Wrestlemania VIII contemplaba que el Ultimate Warrior venciese limpiamente a nuestro querido Deadman (¡quién se iba a imaginar entonces que el Taker iba a acabar teniendo un legado muy superior al del Warrior!). Pero los imponderables hicieron que todos los planes para aquella Wrestlemania se reescribiesen a última hora, y que un Phenom recién cambiado a face se las viera con el cara de piedra de Jake "The Snake" Roberts, que entonces apuraba sus últimos momentos en la empresa de los McMahon. Y de ahí a la eternidad...

Desde Wrestlemania X8, como decía, la cuestión de la racha empezó a adquirir los tintes épicos que hoy nos son tan familiares. Y ha obligado a los creativos a enfocar de otro modo las rivalidades del Deadman en el acontecimiento central de la temporada luchística. Ya no es tan factible lanzarle el grandullón de turno para que el Taker le machaque y mandar a la gente contenta a casa, que es lo que de un modo u otro había sucedido hasta 2002. No, nadie se tragaría que un Great Khali, un Viscera o un Brodus Clay pudiera quitarle el invicto al Deadman. La racha perdería valor y dejaría de dar tantos dólares, que es de lo que va todo esto en última instancia.

lunes, 23 de enero de 2012

El final se acerca...

Dios, me va a costar acostumbrarme a ver wrestling sin él

Cada época y cada cultura tienen sus propias formas de organizar el tiempo. La influencia de la industria cultural en la nuestra hace inevitable que uno tienda a medir las etapas de su vida en función de la evolución de las modas, las tendencias y los personajes que van pululando por el imaginario colectivo del mundo globalizado. Por ejemplo, la primera vez que tuve consciencia de haber cerrado una etapa de mi vida fue cuando se retiraron Michel y Laudrup. Hasta entonces nunca había asistido a la retirada de unos jugadores que había visto debutar, nunca hasta aquel momento había sido consciente de haber presenciado el ciclo entero de una carrera deportiva. Desde aquel día no puedo evitar reflexionar sobre mi propia vida cuando cuelga las botas un jugador de fútbol o baloncesto al que he visto dar sus primeros pasos. Sientes que envejeces cada vez que pasa.

Claro, eso me pasa también con el wrestling. Sin embargo, hasta ahora ha sido algo distinto, porque la mayor parte de los luchadores que han significado algo en mi vida o bien debutaron antes de que me enamorara del wrestling (Hulk Hogan, Randy Savage, Ric Flair, Bret Hart...), o bien han tenido retiradas algo prematuras por una cosa o la otra (Steve Austin, The Rock, Edge, Batista...). La sensación de ciclo cerrado, de cierre de toda una era, no es tan fuerte para mí. Sin embargo, según nos acercamos a Wrestlemania XXVIII se va haciendo cada vez más aterradoramente real la retirada de The Undertaker. Y eso ya es harina de otro costal. 

Sí, ya sé que dije en otro post que le daba ya por retirado. Pero una cosa es pensarlo y otra experimentarlo, como los problemas que trae escribir un blog. Tío, yo estaba allí el día que The Undertaker debutó en Survivor Series 1990 y aquí voy a estar el día en que definitivamente se marche. Entonces era un niño de once años y hoy soy un hombre de treinta y tres, veintidós largos años entre medias. Y él siempre estuvo allí. Sabías que algún día se marcharía, pero pasaban los años, e incluso las épocas del wrestling, y él permanecía, como una constante. Veintidós largos años. Muchas vidas no duran tanto. Da que pensar.